Pero si ya ha pasado casi todo el verano (vale, sin el casi) y
aún no se he dicho nada sobre qué pasó aquella semana y media de mediados de julio; menos mal que
hemos estado de vacaciones, la mayoría lo habéis estado al menos, pero de las
vacaciones no es de lo que iba nuestra última obra, sino del colegio,
concretamente del de hace más de 60 años, porque nuestra obra era ni más ni
menos que el Florido Pensil (de las narices).
Nuestra peripecia veraniega empezó un miércoles de buena
mañana, en una pequeña casa que de rosa solo tiene el nombre en mitad de un
parquecito, con mucho más espacio del habitual (es una forma de decir que
estábamos menos de 20 personas), afortunadamente la mayoría de los presentes
podíamos ensayar algunas partes de la obra, así que no fue un problema que hubiera
poca gente, incluso mejor, con el calor que hacía haber metido a 60 personas en
ese sitio por mucho aire acondicionado que tuviéramos habría sido un suicidio.
Seamos sinceros, la parte musical no tenía ningún misterio
para nosotros, y salvo unos pasodobles no tocábamos una pieza entera, el
desafío era otro, coordinar todos los efectos con la obra de teatro de
torrearte, algo que no era poca cosa, nuestros resultados deberían estar ya a
la vista de todos (o al oído) y si no lo están espero que pudierais ir a ver el
concierto.
Como debe ser nuestros ensayos se alternaban con buenas
comidas y visitas a la piscina, algo fundamental para el buen desarrollo de cualquier
semana de ensayos, especialmente si se acompañaba con una serie de juegos de
cartas que impulsaban la camaradería y la concordia entre compañeros (y a acusar
al que te viniera en gana).
Yendo y estando en la piscina.
¡VAY(ll)A, un pequeño contratiempo!
Para amenizar los ensayos y los descansos (más si cabe) también
pusimos en marcha una ancestral tradición de los cursillos de verano: La pinza
(vale, no teníamos pinza así que usamos una goma, que se perdió); por si alguno
es ajeno a esta tradición es muy simple, la gente se va pasando la “pinza” a lo
largo del día (hay varias palabras prohibidas, si las dices te la pasan) y el
que la tenga a una hora concreta tiene que pasar una prueba, os podéis imaginar
las escenas para evitar que se nos la pasaran.
Camino al suplicio
Espero que se vea
Tras semana y media ya estábamos listos para el gran
estreno, o casi, porque al parecer faltaba un pequeño detalle: maquillaje;
porque alguien tuvo una idea genial, peinarnos como si fuéramos niños de
infantil de los años 40, repeinados con gomina (no creo que usaran gomina, pero
algo parecido seguro para tener el pelo tan peinado) y con trencitas o
coletitas (dicho así para remarcar que se trataba de la versión más infantil de
las mismas). No me voy a extender comentando las diversas reacciones de cada
integrante de la banda, en lugar de eso dejaré que las siguientes fotos hablen
por sí mismas (más algún comentario a pie de foto que otro).
"Solo las puntas por favor"
"Prefiero raparme" "Pues a mí no me peinan"
Marta l´esteticien
Las distintas reacciones de los músicos (horror, impasibilidad y diversión)
Y no olvidemos el maquillaje
Foto de foto
El momento de la tradicional charla motivadora, todos muy atentos
Todos muy guapos y arreglados (por algún motivo casi no tengo fotos de las chicas)
Comparativas de tamaño, nada necesarias, pero aquí están
Algo interesante debía de estar pasando a ese lado del escenario
Hermosa foto de los intérpretes (de casi todos al menos)
Pues hasta aquí la historia de este verano, espero que os haya gustado, habría estado mejor si esto lo hubiera escrito nada más terminar el cursillo, pero (siendo sincero) lo dejé a medio escribir y luego me olvidé hasta hace unos días.
¡Ah!
Casi me olvido, el significado del florido pensil, que aunque los personajes de la obra no tuvieran el más mínimo interés en averiguarlo a mi sí que me entró algo de curiosidad (tampoco mucha, pero buscar su significado hoy en día es muy fácil), y ahí va; un florido pensil es un jardín muy bello, por otra parte pensil a secas se refiere a algo que está colgando del aire.