sábado, 4 de julio de 2015

CRÓNICA NO OFICIAL DE NUESTRO VIAJE A JACA


            Hola. Acabo de entrar este año en La Banda, bueno, más bien estos últimos meses. Todavía, en ocasiones, me pierdo siguiendo la partitura, miro a mis compañeros de cuerda y todos tenemos la misma cara, pero no nos quitamos el instrumento de la boca y movemos los dedos como si fuéramos de los mayores. En La Banda me lo paso fenomenal, es superdivertido. Jorge nos regaña porque hablamos, pero luego se le pasa, porque es muy bueno y nos perdona pronto, y porque, al final, tocamos muy bien.

            Jo, he tenido mucha suerte porque, nada más llegar, me voy de viaje con mis amigos (ya tengo un montón, la mayoría son mayores que yo, porque soy de los pequeños). Mi padre, que también está en La Banda, no puede ir de viaje con todos, la verdad es que no se pierde mucho, es un poco paquete. También se cree bloguero graciosillo, así que, ya que soy yo quien ha ido…, pues soy yo quien lo cuento.

            El viernes 26 habíamos quedado todos en La Casa de Cultura, ¡que nervios! Había compañeros que no llegaban ¡y el autobús se iba a las 4 sin esperar a nadie!.





Bueno, al final no se quedó nadie en tierra. Salimos, mientras decíamos adiós a los menos afortunados. Desde fuera, ya veíamos el paisaje moviéndose. 



¡Ay!, perdón, era otra la foto que tenía que poner, había miembros de La Banda que decidieron irse por su cuenta, y acabaron un poco más lejos en el mapa…

Como éramos tantos, tuvimos que ir en dos autobuses. La decisión estaba clara, los músicos de espíritu joven, jovial y jocoso, en uno y los del Inserso, en otro. Miren la diferencia.





Los paisajes se sucedían ante nuestros ojos, ya estábamos de viaje, ¡qué ilusión!.



Los “adolescentes” no dejaban de cantar, ¡qué pesados!, pero, ¿es que no se cansan?, ¿qué comen estos chicos?. Bueno, algunos escribían postales. ¿Pero todavía se escriben postales?






Después de alguna parada técnica, llegamos al hotel. ¡Cómo molaba!. Era enorme, con piscina, minigolf, ¡y wifi! (qué pasa, que los pequeños también nos mola el intennés). Nos dieron nuestras habitaciones. Me tocó con otros cuatro peques (o no tan pequeños, que ya sabemos muchas cosas, ¡hombre!), os dais cuenta, ¡una habitación sólo para nosotros!, esto de La Banda mola mazo.

Pero eso no era todo, Jaca estaba en fiestas. Todo estaba muy animado, puestos callejeros, música, comida…, alucinante. Era tarde, y cada uno cenó como pudo, unos con mesa y mantel, otros sin mantel, otros sin mesa, otros no cenaron (sería que estaban a plan).







Después, nos fuimos a dormir. Los adolescentes se quedaron ensayando toda la noche, de hecho Jorge les regañó por la noche porque no ensayaban lo suficiente, por eso, los pobres, estaban un poco cansados por la mañana.









Por la mañana, después de desayunar (por cierto, ¡pedazo de desayuno!, yo comí hasta reventar), vistamos La Ciudadela de Jaca y su museo. ¡Qué chulo!, alrededor de La Ciudadela, había un jardín muy grande lleno de ciervos. Yo quería darles de comer. Algún adulto quería tirar a algún adolescente para dar de comer a los ciervos, pero los ciervos no comen carne, y menos de adolescente, lo he dado en “cono”.






















Dicen que algunos fueron a ver al Alcalde de Jaca y su ayuntamiento. Les enseñó, un montón de cosas y secretos, ¡qué majo!.





Después tocaba comer. Comimos en el hotel y “nos relajamos”. Nos bañamos en la pisci que tenía el agua “calentita”, seguro que alguien se le había escapado “una gotita” ( ;) ). También jugamos al minigolf y a otros muchos juegos. Superdivertido.










Luego, sin prisa, pero sin pausa, a ponernos el uniforme, a afinar y salir a la plaza de la catedral para el concierto. ¡Vaya plaza más bonita!, y, ¡cuántas sillas!, ¡qué nervios!....

Antes del concierto vimos a gente que bailaba bailes típicos de Jaca, me dijeron que se llamaban Jotas. Eran estupendos.

Luego íbamos nosotros, tocamos, Passaros de Brasil, Caribean Concierto, Pérez Prado, y Copacabana. Ésta última fue la más “ritmosa” y la que más nos aplaudieron.

Después de nosotros tocaba la banda de Jaca, fueron supersupermarchosos. Tocaron, incluso, una de Alaska. Los padres de nuestra banda se pusieron a bailar como locos, aún no se muy bien por qué.






























Terminamos muy contentos, y el público creo que también. Además de contentos, estábamos un poco hambrientos y los de la banda de Jaca nos invitaron a cenar. Todos los mayores y adolescentes de las dos bandas se sentaron juntos, pero como no había niños en la de Jaca, los pequeños, nos sentamos solos en una mesa. No debíamos ser tan pequeños, porque el camarero nos llamaba “señores” y nosotros nos partíamos de la risa.










Después de la cena nos fuimos a dormir, estábamos muy cansados. Los adolescentes, como tenían mucho interés, continuaron “ensayando” toda la noche.






Por la mañana, vuelta al pedazo de desayuno y vuelta a casa. Nos subimos todos al autobús, esta vez tampoco se quedó nadie en tierra. Los adolescentes y algunos mayores apenas podían abrir los ojos, ¿será porque se pasaron la noche estudiando?.




















Al medio día llegamos a Zaragoza. Hacía un calor tremendo, casi ni podíamos caminar, así que nos metimos en la Basílica del Pilar. Estaba muy fresquita y era enorme y bonita. Después de ver la Basílica, nos fuimos a comer a un restaurante típico aragonés. Comimos migas y chuletas de cordero. Los pequeños seguimos juntos viendo cómo se ponían los mayores. Debían haber comido muy poco durante el viaje porque se pusieron las botas. Al terminar, al autobús. Vaya siestecita. Los adolescentes, ya no cantaban apenas, a lo mejor era porque estaban tristes, no se. Bueno alguno estaba despierto y se dedicaban a echarle pasta de dientes en la cara a Jorge, como se entere, se va a enfadar….








Y, por fin, llegamos a Torrelodones, allí nos estaban esperando. A mi el viaje me supo a poco ¿y a vosotros?.



Ah, se me olvidaba, os presento a Don Ignacio. Nos ha acompañado durante el viaje, le molamos cantidad y no deja de acompañarnos a todas partes. A veces, algún miembro de la banda, le hace alguna “bromita”, de hecho, Alberto Barítono quería tirarle por la cámara de gas de la ciudadela. ¿Qué habría hecho Don Ignacio?. Marta Descanso lloraba y gritaba desconsolada, pobrecita y pobrecito Don Ignacio.




Nota: Basado en una historia real. Los personajes de esta “historia no oficial”, son ficticios, cualquier parecido con la realidad, es sólo pura coincidencia. 
Muchas Gracias a M. C. G. por su colaboración y su visión particular del mundo.

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